Nostalgia
significa, etimológicamente, “dolor por el regreso”. Ese es justo el tema
central de Sofía o el origen de todas las
historias (Salamandra, 2016), la más reciente novela de Rafik Schami
(Damasco, 1946).
Schami,
cuyas obras se han traducido a treinta idiomas, se llama en realidad Suheil
Fadél. Dicho seudónimo significa “Amigo de Damasco”, en lengua árabe. Tan amigo
se considera de su ciudad natal que, pese a haber adoptado la nacionalidad
alemana, no se olvida de sus orígenes.
Salman
Báladi –alter ego del autor- lleva cuarenta años lejos de Siria, de donde huyó tras
participar en la guerrilla durante los afanes quijotescos de su juventud. Aunque
ahora vive en Italia y es un exitoso comerciante de productos gourmet, la
saudade no lo deja en paz.
“La
memoria es una ciudad invisible”, reflexiona. Esa ciudad invisible en la que
habita sin poder confesarle a nadie -ni siquiera a su esposa Stella ni a su
hijo Paolo- por qué extraña tanto las callejuelas damascenas: “Salman tenía una
importante razón para volver a Damasco, aunque sólo fuera de visita (…) Se
trataba de la humillación que había supuesto para él estar exiliado de su
ciudad (…) No había perdido la esperanza de superar el trauma del exilio” (p.
157).
Sus
padres, Sofía y Yúsuf, buscan ayudarlo a regresar. Al descartarse los posibles
riesgos, Salman visita Damasco. No obstante, pronto se percata de su indebida
nostalgia.
Hay
otras líneas narrativas dedicadas a tres personajes fundamentales en el destino
del protagonista: el septuagenario Karim, profesor jubilado; Aída, una guapa
estilista cincuentona, pareja de éste, cuyo amor escandaliza al vecindario; y
Sofía, exnovia juvenil del profesor, a quien salvó tras negarse a cometer un
crimen de honor en contra de su hermana.
Salman
se topa con un Damasco retrógrado, donde se mutilan los sueños y se envidia a
quienes profesan la religión del amor, como Aída y Karim -que originalmente
pertenecían a cultos distintos-; donde el vulgo teme que sus palabras sean
malinterpretadas por algún chivato que los entregue al régimen; donde la
codicia impera sin importar los lazos de sangre.
Salman,
al verse en un grave peligro, se arrepiente de haber vuelto. Piensa: “¿Qué tipo
de sociedad ha producido el clan El Asad en esta fábrica de miedo? Los sirios,
el pueblo más vocinglero de Oriente, son en la actualidad seres abatidos,
cobardes y hablan en voz baja. Se humillan y obedecen…” (p. 347).
Escucha
testimonios aberrantes de dos excamaradas que padecieron la cárcel: Ádel, un próspero
dentista homosexual; y Hani, un exrestaurantero que ha fracasado en todos los
aspectos de su vida. El primero, si bien ahora se encuentra boyante, declara:
“Los odio a todos, tanto al gobierno como a la oposición” (p.339).
Por
su parte, el segundo refiere: “debajo de Damasco hay toda una ciudad infernal(…)
Quien una vez ha vivido allí y ha sobrevivido tiene que olvidarlo enseguida si
no quiere perder la razón (…) Te echan a la calle, pero en realidad tardas
mucho en abandonar la prisión” (p. 360).
Sin
embargo, hay en esta obra resquicios para momentos hilarantes, conmovedores y
hasta sensuales: como en aquella reunión donde una joven invitada de la familia
Báladi cuestiona por qué no existen buenas novelas policiacas árabes, suscitando
toda una polémica al respecto; como el abrigo maternal que reciben Karim y Salman
en sus respectivas huidas; como las picantes aventuras de Salman con sucesivas
damiselas, acuciado por la indiferencia de Stella, enfocada en su profesión de
farmacóloga y el cuidado del pequeño Paolo.
Schami
acierta al no caer jamás en lo panfletario pese a la fuerte crítica que se hace
de la dictadura siria. Asimismo, pugna por una sociedad en donde reine el amor
y no dogmas o leyes absurdas.
Elena
Méndez
____
Rafik
Schami,
Sofía
o el origen de todas las historias
(título
original: Sophia oder
Der Anfang
aller Geschichten),
Traducción:
Susana Andrés,
Col.
Narrativa,
Ediciones
Salamandra,
Barcelona,
2016,
480 pp.
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