Vaginismo y dispareunia: Disfunciones sexuales femeninas que suelen presentarse juntas. Quienes padecen una o ambas suelen ignorarlo, y además, ocultarlo, por temor a la crítica o al rechazo.
Mónica Braun, editora y escritora, y Alma Aldana, psicoterapeuta sexual y de pareja, abordan dichos padecimientos en su libro Sexo sin dolor. La única guía para entender, tratar y superar el vaginismo y la dispareunia, utilizando un lenguaje claro, directo y ameno.
El vaginismo consiste en espasmos que impiden la penetración del miembro masculino (y por ende, el coito); mientras que la dispareunia es el coito doloroso. Asimismo, hacen hincapié en que ambas disfunciones pueden presentarse independientemente de la orientación sexual de la paciente.
Si bien este par de transtornos por dolor (como se les clasifica dentro de las disfunciones sexuales) suelen conllevar anorgasmia, este tema se deja fuera, por ser un transtorno del orgasmo.
Las autoras abordan las diversas causas que pueden originarlos, ya sean orgánicas, psicológicas o sociales. Las primeras se subdividen en naturales (a consecuencia del embarazo, menopausia o vejez), patológicas (por enfermedades, alteraciones, padecimientos físicos o consumo de drogas) o iatrogénicas (por intervención quirúrgica o debido a efectos secundarios de ciertos medicamentos); mientras que las segundas se relacionan con traumas, padecimientos psiquiátricos o tras operaciones como la mastectomía o histerectomía. Por último, las sociales se relacionan con la educación y la religión.
A diferencia de las causas psicológicas, que son de carácter individual, las sociales son colectivas, aunque afectan a cada persona de manera distinta. Las causas orgánicas, por su parte, son las menos frecuentes.
Volviendo a las causas sociales, la represión, la ignorancia supina, la información tergiversada, el sexismo, los mitos y tabúes que imperan en la cultura judeocristiana suelen limitar el desempeño sexual de las mujeres, a quienes se les considera tradicionalmente sólo como aptas para procrear. Quienes pretenden expresar libremente sus deseos o su placer son atacadas debido al machismo. Así, aprenden a callar, a olvidarse de su cuerpo, a temer sus propias reacciones.
Los criterios para determinar una disfunción sexual son la temporalidad, la situacionalidad y la gravedad. Es decir, desde cuándo se presenta, en qué circunstancias y qué tanto afecta a la persona.
Los grados de vaginismo y dispareunia, conforme a su temporalidad, se clasifican en primario o secundario, según se manifiesten desde el principio o bien, tras haber concretado la relación sexual previamente.
Las autoras se apoyan en testimonios de pacientes, cuyos casos difieren en complejidad, así como en numerosos diagramas anatómicos y fisiológicos para un mejor conocimiento del aparato reproductor femenino.
Se dedica una gran parte del libro a la terapia sexual en sí, que consta de 26 pasos, a efectuarse en un lapso de seis meses.
Estos abarcan tanto la exploración del propio cuerpo (redescubrir los cinco sentidos, contemplarse frente al espejo, dibujar las partes íntimas para identificarlas, conocer sus reacciones al verse y tocarse…), como la realización de los célebres ejercicios Kegel, que fortalecen los músculos perivaginales (los que se contraen al retener la orina).
La mayoría de las actividades es necesario realizarlas a solas, para que la paciente recobre la confianza en sí misma.
Luego se involucra a la pareja gradualmente, mediante caricias, masajes y posiciones por demás estimulantes.
El propósito del libro es loable: ayudar a las mujeres a disfrutar su sexualidad sin complejos, tal como lo merecen.
Elena Méndez
Mónica Braun, editora y escritora, y Alma Aldana, psicoterapeuta sexual y de pareja, abordan dichos padecimientos en su libro Sexo sin dolor. La única guía para entender, tratar y superar el vaginismo y la dispareunia, utilizando un lenguaje claro, directo y ameno.
El vaginismo consiste en espasmos que impiden la penetración del miembro masculino (y por ende, el coito); mientras que la dispareunia es el coito doloroso. Asimismo, hacen hincapié en que ambas disfunciones pueden presentarse independientemente de la orientación sexual de la paciente.
Si bien este par de transtornos por dolor (como se les clasifica dentro de las disfunciones sexuales) suelen conllevar anorgasmia, este tema se deja fuera, por ser un transtorno del orgasmo.
Las autoras abordan las diversas causas que pueden originarlos, ya sean orgánicas, psicológicas o sociales. Las primeras se subdividen en naturales (a consecuencia del embarazo, menopausia o vejez), patológicas (por enfermedades, alteraciones, padecimientos físicos o consumo de drogas) o iatrogénicas (por intervención quirúrgica o debido a efectos secundarios de ciertos medicamentos); mientras que las segundas se relacionan con traumas, padecimientos psiquiátricos o tras operaciones como la mastectomía o histerectomía. Por último, las sociales se relacionan con la educación y la religión.
A diferencia de las causas psicológicas, que son de carácter individual, las sociales son colectivas, aunque afectan a cada persona de manera distinta. Las causas orgánicas, por su parte, son las menos frecuentes.
Volviendo a las causas sociales, la represión, la ignorancia supina, la información tergiversada, el sexismo, los mitos y tabúes que imperan en la cultura judeocristiana suelen limitar el desempeño sexual de las mujeres, a quienes se les considera tradicionalmente sólo como aptas para procrear. Quienes pretenden expresar libremente sus deseos o su placer son atacadas debido al machismo. Así, aprenden a callar, a olvidarse de su cuerpo, a temer sus propias reacciones.
Los criterios para determinar una disfunción sexual son la temporalidad, la situacionalidad y la gravedad. Es decir, desde cuándo se presenta, en qué circunstancias y qué tanto afecta a la persona.
Los grados de vaginismo y dispareunia, conforme a su temporalidad, se clasifican en primario o secundario, según se manifiesten desde el principio o bien, tras haber concretado la relación sexual previamente.
Las autoras se apoyan en testimonios de pacientes, cuyos casos difieren en complejidad, así como en numerosos diagramas anatómicos y fisiológicos para un mejor conocimiento del aparato reproductor femenino.
Se dedica una gran parte del libro a la terapia sexual en sí, que consta de 26 pasos, a efectuarse en un lapso de seis meses.
Estos abarcan tanto la exploración del propio cuerpo (redescubrir los cinco sentidos, contemplarse frente al espejo, dibujar las partes íntimas para identificarlas, conocer sus reacciones al verse y tocarse…), como la realización de los célebres ejercicios Kegel, que fortalecen los músculos perivaginales (los que se contraen al retener la orina).
La mayoría de las actividades es necesario realizarlas a solas, para que la paciente recobre la confianza en sí misma.
Luego se involucra a la pareja gradualmente, mediante caricias, masajes y posiciones por demás estimulantes.
El propósito del libro es loable: ayudar a las mujeres a disfrutar su sexualidad sin complejos, tal como lo merecen.
Elena Méndez
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Mónica Braun y Alma Aldana,
Sexo sin dolor.
La única guía
para entender,
tratar y superar el vaginismo
y la dispareunia,
Grijalbo,
México, 2009,
200 pp.
Sexo sin dolor.
La única guía
para entender,
tratar y superar el vaginismo
y la dispareunia,
Grijalbo,
México, 2009,
200 pp.
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