El cuento es un género que a últimas fechas se considera que “no vende”. Escritores como David Toscana sostienen tajantemente dicha idea. Sin embargo, el autor regiomontano cita a su contemporáneo Eduardo Antonio Parra (León, 1965) como una brillante excepción, pues ha privilegiado este género de manera exitosa.
Parra, cuyos relatos han sido traducidos al inglés, francés, portugués, alemán e italiano, reúne en Sombras detrás de la ventana. Cuentos reunidos, sus cuatro libros dedicados a dicho género: Los límites de la noche (1996), Tierra de nadie (1999), Nadie los vio salir (2001) y Parábolas del silencio (2006), todos ellos publicados en su momento por Ediciones Era, que los compila ahora.
Con el penúltimo obtuvo en el 2000 el Premio de Cuento Juan Rulfo, otorgado por Radio Francia Internacional, mientras que esta compilación resultó ganadora del Premio de Narrativa Antonin Artaud 2009.
Parra, pese a ser guanajuatense, ha sido considerado parte de la llamada Narrativa del Norte, junto con algunos otros escritores notables como Élmer Mendoza, Luis Humberto Crosthwaite y Daniel Sada -por citar algunos-, principalmente, por ubicar sus historias en los rumbos norteños y sacar a la luz, mediante ellas, las miserias y grandezas que en estos acontecen.
Entre los tópicos utilizados por Parra podemos mencionar la violencia, la noche, las situaciones-límite y el caos urbano, sobre todo en el norte, espacio que le obsesiona.
Se ha señalado en la obra de Parra la gran influencia que ejerce Rulfo sobre ésta –y, cabe señalar, no sólo en ella, sino en la de los ‘norteños’, en general-.
Influencia que para mí resulta clarísima en relatos como “Viento invernal”, donde una joven mujer está a punto de parir a su segundo hijo, producto de una aventura, mientras su hijo mayor, concebido en matrimonio, se halla moribundo. Este cuento me remite a uno poco conocido de Rulfo, “La vida no es muy seria en sus cosas”, acerca de las desventuras de la maternidad.
Otro cuento con marcada influencia rulfiana es “El cazador”, donde un matón a sueldo busca a un joven para vengar el asesinato del único hijo de un matrimonio anciano. Mediante la enunciación interior de los personajes principales podemos conocer sus motivaciones, su miedo, la obsesión que sienten el uno por el otro, como en “El hombre”, del autor jalisciense.
La noche y sus pasiones desatadas brillan en “Nocturno fugaz”, donde un joven pretende ligar en un antro a la mujer más codiciada, sin lograrlo; en “Nomás no me quiten lo poquito que traigo”, donde Estrella, un prostituto, es solicitado por dos policías, quienes lo roban y someten a múltiples vejaciones; y en “Nadie los vio salir”, donde un par de ángeles sexuados calientan la noche en un prostíbulo de poca monta.
Uno de los grandes aciertos de Parra consiste en darle la vuelta al lugar común, causando estremecimiento en el lector. Así, en uno de sus cuentos más sublimes, “Cuerpo presente”, reinventa la figura de la prostituta con corazón de oro; en “El laberinto”, presenta a un Otelo ‘paracaidista’, ansioso de vengar su honra mancillada; en “La piedra y el río”, se fascina ante una Penélope fronteriza, mientras que en “Plegarias silenciosas” muestra a un delincuente de alma piadosa, que se librará de sus enemigos gracias a Malverde, devenido patrón de los narcos.
Parra se ha convertido en un clásico vivo de la literatura mexicana, como señala, sin exagerar, la contraportada de este libro.
Elena Méndez
___
Eduardo Antonio Parra,
Sombras detrás de la ventana.
Cuentos reunidos,
Biblioteca Era,
Ediciones Era/CONACULTA/Fondo Editorial de Nuevo León/UANL,
México, 2009,
448 pp.
Parra, cuyos relatos han sido traducidos al inglés, francés, portugués, alemán e italiano, reúne en Sombras detrás de la ventana. Cuentos reunidos, sus cuatro libros dedicados a dicho género: Los límites de la noche (1996), Tierra de nadie (1999), Nadie los vio salir (2001) y Parábolas del silencio (2006), todos ellos publicados en su momento por Ediciones Era, que los compila ahora.
Con el penúltimo obtuvo en el 2000 el Premio de Cuento Juan Rulfo, otorgado por Radio Francia Internacional, mientras que esta compilación resultó ganadora del Premio de Narrativa Antonin Artaud 2009.
Parra, pese a ser guanajuatense, ha sido considerado parte de la llamada Narrativa del Norte, junto con algunos otros escritores notables como Élmer Mendoza, Luis Humberto Crosthwaite y Daniel Sada -por citar algunos-, principalmente, por ubicar sus historias en los rumbos norteños y sacar a la luz, mediante ellas, las miserias y grandezas que en estos acontecen.
Entre los tópicos utilizados por Parra podemos mencionar la violencia, la noche, las situaciones-límite y el caos urbano, sobre todo en el norte, espacio que le obsesiona.
Se ha señalado en la obra de Parra la gran influencia que ejerce Rulfo sobre ésta –y, cabe señalar, no sólo en ella, sino en la de los ‘norteños’, en general-.
Influencia que para mí resulta clarísima en relatos como “Viento invernal”, donde una joven mujer está a punto de parir a su segundo hijo, producto de una aventura, mientras su hijo mayor, concebido en matrimonio, se halla moribundo. Este cuento me remite a uno poco conocido de Rulfo, “La vida no es muy seria en sus cosas”, acerca de las desventuras de la maternidad.
Otro cuento con marcada influencia rulfiana es “El cazador”, donde un matón a sueldo busca a un joven para vengar el asesinato del único hijo de un matrimonio anciano. Mediante la enunciación interior de los personajes principales podemos conocer sus motivaciones, su miedo, la obsesión que sienten el uno por el otro, como en “El hombre”, del autor jalisciense.
La noche y sus pasiones desatadas brillan en “Nocturno fugaz”, donde un joven pretende ligar en un antro a la mujer más codiciada, sin lograrlo; en “Nomás no me quiten lo poquito que traigo”, donde Estrella, un prostituto, es solicitado por dos policías, quienes lo roban y someten a múltiples vejaciones; y en “Nadie los vio salir”, donde un par de ángeles sexuados calientan la noche en un prostíbulo de poca monta.
Uno de los grandes aciertos de Parra consiste en darle la vuelta al lugar común, causando estremecimiento en el lector. Así, en uno de sus cuentos más sublimes, “Cuerpo presente”, reinventa la figura de la prostituta con corazón de oro; en “El laberinto”, presenta a un Otelo ‘paracaidista’, ansioso de vengar su honra mancillada; en “La piedra y el río”, se fascina ante una Penélope fronteriza, mientras que en “Plegarias silenciosas” muestra a un delincuente de alma piadosa, que se librará de sus enemigos gracias a Malverde, devenido patrón de los narcos.
Parra se ha convertido en un clásico vivo de la literatura mexicana, como señala, sin exagerar, la contraportada de este libro.
Elena Méndez
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Eduardo Antonio Parra,
Sombras detrás de la ventana.
Cuentos reunidos,
Biblioteca Era,
Ediciones Era/CONACULTA/Fondo Editorial de Nuevo León/UANL,
México, 2009,
448 pp.
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