Gene
H. Bell-Villada (Puerto Príncipe, 1941) es un gran estudioso de la literatura
latinoamericana cuyo periplo vital lo ha llevado, entre otras partes, a Puerto
Rico, Cuba y Venezuela. Actualmente es
profesor de lenguas y literaturas románicas en el Williams College, de
Massachusetts. La fascinación que le produjo su experiencia caribeña se
relacionaría luego con el gusto que le tomó, sobre todo, a la obra de Gabriel
García Márquez, padre del realismo mágico.
Bell-Villada
hace una emocionada exégesis sobre éste en García
Márquez, el hombre y su obra (Ediciones B, 2012), cuya versión original en
inglés apareció en 1990. Con este ensayo obtuvo el Premio Estudios
Latinoamericanos.
En
este lapso, el autor estudiado ha publicado más libros y además, este año se
conmemoran: el cumpleaños número 85 del Gabo; el 45 aniversario de la primera
edición de Cien años de soledad, su
libro más célebre; y las tres décadas de la concesión del Nobel.
De
manera que la aparición en español de dicho ensayo es más que pertinente para los
seguidores hispanoparlantes del universo garciamarquiano.
Aquí
se hurga en las claves existenciales y estéticas de la obra del sudamericano. Así,
se entrelazan sus vivencias con las decisivas influencias presentes en lo que
ha escrito y los recursos de los cuales echa mano.
Entre
las vivencias, destaca su infancia al lado de los abuelos maternos; de doña
Tranquilina ha declarado que de ella tomó su estilo de narrar, mientras que del
coronel Márquez revelaría que fue “la persona con quien mejor me he entendido y
con quien mejor comunicación he tenido jamás”, pese a haberlo perdido cuando
apenas tenía 8 años.
También
ha sido esencial su labor periodística, notable, sobre todo, en títulos como Relato de un náufrago y Noticia de un secuestro; respecto a
las influencias, son dignos de mencionarse
autores como Rabelais, Faulkner, Kafka y Woolf; músicos como Bartók; y en
cuanto a los recursos, el narrar desde un asombro impasible, crear hipérboles,
introducir elementos carnavalescos, referencias del Medievo (alcahuetería, amor
cortés) y el Siglo de Oro (alusiones a Garcilaso de la Vega, por ejemplo) y
guiños hacia su círculo íntimo, con los que fusiona ficción y realidad.
García
Márquez, “artesano erudito y concienzudo” (p. 469), ha cautivado a generaciones
enteras con “su uso inolvidable de materiales mágicos y fantásticos” (p. 39),
descarta, sin embargo, que se le relacione con la fantasía y más bien se considera
realista. Para el ensayista, “Lo fantástico de García Márquez se deriva en gran
medida de la estructura viva de la experiencia latinoamericana”. (p. 39).
Asimismo, para el colombiano “la realidad misma (…) es mucho más milagrosa que
cualquier conceptualización que la mente humana haga de ella”. (p. 131).
En
la narrativa garciamarquiana se alegorizan los podridos regímenes políticos
latinoamericanos, en especial los dictatoriales, como en El otoño del patriarca. Pese a ello, “García Márquez no es, ni
nunca fue, un escritor estrictamente político. Es más bien un escritor que
resulta ser de izquierda” (p. 460).
Gabo
ha alcanzado la inmortalidad gracias a su impecable orfebrería verbal y por
pintar su aldea para ser universal –como proponía Tolstoi-.
Hombre
de paradojas, su excelente memoria se ha visto mermada en los últimos años, como
reveló su biógrafo Gerald Martin. En palabras del joven crítico literario
mexicano Javier Munguía, “lo ataca la peste del olvido, como a los macondinos”.
Conmueve
saberlo frágil, por su avanzada edad y deteriorada salud. Sin embargo, en los
innumerables lectores que ha sabido ganarse alrededor del mundo radica la
universalidad de su obra, la importancia de su persona y el justo homenaje que
se le rinde en estas páginas.
Elena
Méndez
___
Gene H. Bell
Villada,
García
Márquez, el hombre y su obra
(Título original: Garcia Marquez,
the man and his work),
Traducción:
Karla Lucía Otero Fernández,
Col. No
Ficción-Crónica,
Ediciones B,
México,
2012,
520 pp.
Commentaires