Colombia. Un país
herido, inmerso en una guerrilla cuyo fin no se vislumbra aún, es uno de los
escenarios donde se desarrolla Entre dos
aguas (Ediciones B, 2011), la nueva novela de Plinio Apuleyo Mendoza
(Tunja, 1932), escritor y periodista nativo de dicho territorio sudamericano.
Mendoza ha alcanzado
fama mundial, entre otras cosas, por haber entrevistado a su compadre Gabriel García Márquez en vísperas de que
éste recibiera el Premio Nobel de Literatura, en su memorable libro El olor de la guayaba.
Martín Ferreira, el protagonista,
bien podría considerarse alter ego del autor, no sólo por su formación de
politólogo y los afanes literarios y periodísticos que le ocupan, sino también
por el origen colombiano y su paso por Francia, aunque en el caso del personaje
ficticio, dicha estancia estuviera inicialmente ensombrecida por la miseria,
mientras que la de Plinio fue privilegiada por su cargo diplomático.
Martín ha vivido en
importantes ciudades europeas (París, Roma, Lisboa, Madrid), y atestiguado apasionantes
episodios históricos (el exilio venezolano de Perón; el derrocamiento de
Allende; la sangrienta dictadura militar de Pinochet…). Vuelve a su patria al
enterarse de que su hermano, el Mayor Benjamín Ferreira, ha muerto en
circunstancias sospechosas.
Todo apunta a un
posible suicidio, lo que duda el periodista, pues el fallecido poseía una sólida
formación religiosa, cuyos principios buscó siempre aplicar en su carrera,
ganándose así la estimación de sus colegas y del pueblo: “Benjamín nos dio a
todos la mejor receta para combatir la guerrilla: quitarle todo apoyo popular”
(p. 160).
Sin embargo, el nombre
del occiso se ve empañado, al achacársele la desaparición y asesinato de casi
150 campesinos indígenas. Cientos de firmas le imputan estos crímenes, tornando aún más complicado el asunto, aunque
también muchos defienden su memoria.
La vuelta al terruño,
el reencuentro con personajes entrañables, como su excondiscípulo Pajarito -que
le prestaba los libros que nunca pudo comprar- y el estupor que le produce
saber las infamias que la guerrilla ocasiona entre la población, ya sea
perpetradas por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) o las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC), estas últimas “muy ricas gracias al narcotráfico,
a la extorsión y el secuestro” (pp. 210-211), suscitan en él una vorágine de
recuerdos donde se mezclan la esperanza y el desaliento.
No se ahorran los detalles
macabros sobre el sucio proceder guerrillero, que incluyen la utilización de
minas explosivas, conocidas como ‘quiebrapatas’: “(…) Esas minas están
recubiertas con plásticos para que los rayos X no las detecten y, como si fuera
poco, se las embadurna con materias fecales buscando una infección segura y una
amputación inevitable (...)” (p. 108).
La obra cuenta con
diversos narradores: uno en tercera persona, así como personajes que completan
las lagunas informativas; caso de Raquel, exitosa empresaria, hermana de los
Ferreira; el propio Martín; Margarita, parienta de Gisèle Santamaría, la fascinante mujer que lo desvirgaría durante su
juventud parisina; y religiosos y militares cercanos al difunto Benjamín, a
quien se le atribuía un “aura de sacerdote”, dada su estrategia de ganarse a
los jóvenes para convencerlos de retirarse de la guerrilla, sin disparar ni
intimidarlos.
Como detalle curioso,
el autor sucumbe a la tentación de mencionarse dentro de la obra, al poner en
boca de Martín que éste conoce a “García Márquez y a Plinio Mendoza” durante la ejecución de un alcalde cubano.
Posteriormente, entabla amistad con la célebre mancuerna.
Una novela repleta de intrigantes
claroscuros. No en balde, acierta Mario Vargas Llosa al afirmar que “está
comprometida con la problemática más actual de Colombia y de América Latina (…)
concilia magníficamente la ficción literaria y la historia viva”.
Elena Méndez
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Plinio Apuleyo Mendoza,
Entre dos aguas,
Col. Grandes Novelas,
Ediciones B,
Barcelona, 2011,
416 pp.
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